Jesús Ochoa ha trabajado durante más de 20 años detrás del objetivo de la fotografía documental, una pasión que lo llevó a recorrer el mundo, pero también a adentrarse en las costumbres y tradiciones que aún laten en el país. Fue así como llegó a hacer ensayos premiados que se exhibieron fuera de estas fronteras, como Mujeres del Cacao, y otros que incluso se convirtieron en libros, como Colores de Venezuela. A su portafolio, posteriormente, llegaron las bodas y las llamadas Wedding Destinations, donde el velo de las novias se funde con los paisajes.

La demanda de sus imágenes más comerciales le ocupa la mayor parte de su tiempo, pero Ochoa no abandona sus trabajos personales. Hace dos años comenzó a experimentar con una cámara infrarroja sobre las olas de las playas de Margarita y La Guaira y también con las plantas del Parque de la Exótica Flora Tropical de Yaracuy. Su interés partió del contraste intenso de la luz del trópico, la misma que imposibilita la gama de grises de la que habló Ansel Adams en su sistema de zonas. “El infrarrojo te permite acentuar y ver como realmente nosotros vemos, con esa luz radical, fuerte. Al final, todo se reduce a la famosa luz de (Armando) Reverón, que veía una cosa encandilada (...).El infrarrojo se asemeja más a luz que nosotros tenemos cotidianamente, esa luz contrastada, esos blancos blancos, esos negros negros”.

Por: Lorena Meléndez G. mmelendez@cadena-capriles.com

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